el jodio gato

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lunes, 28 de abril de 2008

El trampolin

A veces la vida nos presenta trampolines: los vemos a lo lejos y pensamos "un salto desde 15 metros de altura, humm, suena bien" y vamos decididos hasta ellos y solo podemos pensar en lo emocionante del salto, en la adrenalina, en la genial experiencia y en lo grato que será el contacto con el agua tras haber estado suspendidos en el vacío. Y vamos. Subimos peldaño a peldaño hasta estar en el borde de la tabla, y desde allí ya no sólo se ve el agua, ahí nos hacemos conscientes de que queríamos saltar, si, pero quizás no pensábamos que lo haríamos tan rápido, quizás nos preguntamos como ha podido acelerarse tanto ese proceso de ascenso, quizás pretendíamos tener más tiempo antes de dar el gran salto. Pero ahi estamos, de frente al abismo, valorando lo fresca que estará el agua, y lo bien que nos sentiremos cuando lleguemos allí, pero también pensando en qué pasará si algo sale mal, si nos mareamos en el vacío, si cuando lleguemos al agua chocamos con una piedra, si estará tan fría que no podremos respirar, si nos hacemos daño al caer.
Y allí estamos, indecisos, inseguros, asustados, pero sobre todo emocionados y alegres de haber al menos contemplado la posibilidad de encaramarse al borde de la tabla y saltar, saltar, saltar.
Voy a saltar

2 comentarios:

.: Héctor "El borrajudo" :. dijo...

Los caminos más empinados e intrincados son los que llevan a los mejores paisajes...

¡Animo, muhé!! que si no siempre tienes la "marcha atrás" :D

Doñacol dijo...

La marcha atras nunca me ha parecido una buena opcion, poco segura, nada fiable, mejor siempre para alante