el jodio gato

el jodio gato

martes, 19 de agosto de 2008

sueña conmigo

Sueña, sueña, sueña conmigo, escribeme luego un mensajito.
Cuando la realidad y la casualidad se mezclan surge la imaginacion

miércoles, 13 de agosto de 2008

La increible niña cabra

La increíble niña cabra y la niña pez eran amigas, y a veces reían y a veces peleaban. Estaban unidas por un extraño linaje, el que las hacía niñas, pero no tenían mucho en común y se separaban durante largas temporadas, probablemente debido a que la niña pez buscaba el agua, cuanto mas fría mejor, desesperadamente y la niña cabra prefería quedarse en tierra firme, arrimada a algún risco. La niña cabra sólo comía hierbas y plantas y algunas veces, su parte de cabra le hacía volverse loca y hacía cosas muy extrañas como patear las piedras y meterse por los caminos más difíciles y arrasaba con todo a su paso, claro, era mitad salvaje.
La niña pez siempre se movía porque pensaba que era su único modo de supervivir, y es que solo los peces muertos se dejan arrastrar por la corriente, y esto a veces ponía nerviosa a la niña cabra, que podía permanecer inmóvil durante horas y horas, y su genio loco explotaba.
La niña cabra necesitaba a la niña pez para que la enseñara a dejarse llevar, a ser libre, y la niña pez necesitaba a la niña cabra para pensar y hacerla volver a tierra firme de vez en cuando, no podía estar siempre nadando despreocupada de todo.

martes, 5 de agosto de 2008

La increible niña pez

La increíble niña pez era un anfibio. Era niña y era pez. Podía vivir en la tierra y en el agua, pero necesitaba ambas, respiraba aire a través de sus pulmones y no tenía branquias pero no podía pasar demasiado tiempo sin sumergirse y nadar, su cuerpo necesitaba tierra y su espíritu agua. Nunca había vivido en una ciudad cercana al mar porque prefería el agua dulce, un río o un lago, o incluso un pantano, donde las aguas eran generalmente frías; el océano era demasiado grande para ella, demasiada agua para nadar sin tierra donde respirar, y porque además le asustaba comprobar que era sólo una niña pez y no una sirena, como a ella le hubiera gustado. Probó a vivir en una región azotada por la sequía pero, al igual que el aire o las cosechas, ella también se secaba. Entonces probó un lugar donde la lluvia era constante y el aire siempre húmedo, pero su parte de niña se resentía porque la falta de sol le dolía en los huesos y su cara empezó a volverse gris, como el cielo.
¡Pobre niña pez que no encontraba su lugar! A veces se veía tentada por la idea de volver al sitio de donde ella venía, al origen de todo, donde tierra y agua convivían en armonía y ella se sentía plena y feliz, pero allí la increíble niña pez no tenía amigos.